Salvando lo que la tradición nos refiere de la amorosa veneración con que fuera conservado y utilizado la Sagrada Copa desde los tiempos apostólicos hasta el martirio del Papa Sixto II; el alto y misterioso destino objeto de búsqueda y admiración con que se nos presenta a través de las leyendas medievales, y la noticia ya más concreta que se nos da en el documento de entrega a Martín el Humano en 26 de septiembre de 1399, en el que se afirma que «con tal Cáliz acostumbraron a consagrar los Abades, priores y presbíteros del Monasterio de San Juan de la Peña),, es a partir de 1437 cuando ya el Santo Cáliz, depositado con las demás reliquias en la Sacristía de la Catedral, comienza a tener unos leves esbozos de culto que, en síntesis, se reducen:
--- A ser expuesto a la adoración pública, junto a las principales reliquias, en determinadas circunstancias, y siguiendo un ritual preestablecido y debidamente aprobado.
--- A recibir la veneración de los fieles los días de Jueves y Viernes Santo, en que servía de Cáliz para reservar la Sagrada Forma en el Monumento. Fue precisamente en una de estas ocasiones cuando se produjo la rotura a la que en otro lugar aludimos. A partir de este accidente y para evitar la posibilidad de cualquier nuevo percance de la misma índole, acordó el Cabildo valentino que no volviera a usar se el Santo Cáliz en los actos de Semana Santa, sino otro de oro que, para dicho objeto regaló, en devoto desagravio, el mismo señor Arcediano don Vicente Frígola, causante involuntario del hecho, el cual vino a fallecer poco después a consecuencia de la impresión sufrida.
--- A la celebración de algunas procesiones esporádicas con motivo de algún destacado acontecimiento.
En 1608, la iniciativa de un benemérito canónigo de la Catedral de Valencia, natural de esta ciudad y gran devoto del Santo Cáliz, promovió la celebración de solemnísimos cultos en honor de tan excelsa Reliquia, y lanzóse a trabajar con gran empeño para que la devoción que ya venían profesan do al Santo Cáliz bastantes fieles, aumentase de día en día. Para ello, y con objeto de asegurar la permanencia del culto a la Sagrada Reliquia después de su muerte, ocurrida en 1608, dejó constituida una ad ministración de 22.000 libras en propiedad, con cuyas rentas habían de cumplirse varias obras pías, entre las cuales destacaba la celebración de una solemne fiesta en honor del Santo Cáliz y de la preciosa Sangre del Redentor.
Intervinieron decisivamente en la aprobación de la Institución propuesta por el difunto canónigo Figuerola, los insignes arzobispos Juan de Ribera y Fray Isidoro Aliaga, quienes no sólo acogieron favorablemente la idea, sino que tras detenido estudio de la documentación aportada en pro de la identidad del Santo Cáliz, dieron su asentimiento a la realización del proyecto.
Es interesante recordar a este efecto, que San Juan de Ribera era muy amante de las reliquias, pero con un criticismo muy depurado, hasta el punto de que mandara revisar con la más exigente escrupulosidad todas las que poseía, ordenando quemar mu chas por no reunir, según su juicio crítico, aquellas condiciones necesarias para su valoración y reconocimiento. Sin embargo, en lo que se refiere al Santo Cáliz, no sólo lo admitió con entera certeza objetiva y moral, sino que hizo cuanto estuvo a su alcance para propagar su devoción y culto. Y hasta tal punto llegaba su convencimiento íntimo de la autenticidad del Santo Cáliz, que vino a dejarnos como prueba delicada y expresiva surgida como espontánea confesión de su corazón y de su mente, una nota escrita de su puño y letra que puede leerse en la Biblia que Juan de Ribera tuviera para su uso y que se conserva en el Colegio del Patriarca. En ella aparece subrayada la palabra <<calicem>> de San Mateo (XXVI, 27) y en el margen de pie de página, escrito en latín, la siguiente acotación: <<Este Cáliz se conserva hasta hoy en esta nuestra iglesia valentina».
Por fin, en cumplimiento de las disposiciones otorgadas por el canónigo Figuerola, comenzó a celebrarse la fiesta del Santo Cáliz, que llegó a alcanzar extraordinaria popularidad.
Consistió en un principio en primeras y segundas vísperas, Misa, Sermón y dos procesiones, una por la mañana por el interior de la iglesia y la otra por la tarde, con la misma solemnidad y recorrido que la del Corpus.
Como fecha se tomó la sugerida por el propio fundador, quien dejó encargado que, tanto la fiesta como las procesiones, vinieran a celebrarse seis meses después de la festividad del Santísimo Sacramento, en día de Viernes, y él mismo suplicaba al Prelado que rigiera la Sede, mandara fuese declarado festivo dicho día.
La fiesta del Santo Cáliz siguió celebrándose con normalidad hasta principios del siglo XIX, y su procesión, a la que asistían las parroquias, comunidades religiosas y jurados de la ciudad, llegó a ser una de las más suntuosas, incluso parecida en esplendor a la del Corpus. En cuanto a la fecha de su celebración, ha venido sufriendo desde su primer establecimiento diversas modificaciones, como fue ron: el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz; el día de San Mateo; el primer domingo de julio, festividad en Valencia de la Preciosísima Sangre del Redentor; desde 1903, de nuevo el 14 de septiembre, por haberse suprimido en Valencia el rezo particular en honor de la Preciosísima Sangre de Cristo Nuestro Señor; posteriormente, el primer domingo de julio, y luego el segundo domingo de octubre o noviembre.
Con el tiempo. sin embargo, motivóse la decadencia de la solemnidad de la fiesta, hasta el punto de que acabara ésta por pasar desapercibida para el común de los fieles, debido ello principalmente a los trastornos públicos que acaecieron por aquel entonces e incluso a la nefasta desamortización decretada por Mendizábal, por la que el gobierno vino a apoderarse de todos los bienes de las administraciones.
En 1888 volvió a recobrar la fiesta del Santo Cáliz su solemnidad, merced al nuevo impulso que le diera el entonces Arzobispo de Valencia, Cardenal don Antonio Monescillo, gran devoto del Santo Cáliz, quien logró dar renovado esplendor a la fiesta en honor de la Sagrada Reliquia, oficiando casi siempre de medio Pontifical y celebrando por la tarde solemne procesión claustral, con asistencia de los cleros de todas las parroquias.
Hasta este momento el Santo Cáliz continuaba depositado en la Capilla de las Reliquias de la Catedral; pero en sesión del Excmo. Cabildo celebra da el l de marzo de 1915, éste acuerda aceptar la moción promovida por el celo y actividad de su Deán, doctor don José Navarro Darás, en solicitud de que la preciada Reliquia fuera expuesta a la pública veneración y que para ello se le dedicara una capilla, como la estimada joya se merecía y la devoción del pueblo valenciano reclamaba.
Al poco tiempo después, el 15 de mayo del mismo año, el Cabildo ofrecía al Prelado don Valeriana Menéndez Conde, la antigua Aula Capitular como el mejor estuche a joya tan estimable, y el señor Arzobispo aprobaba y bendecía la iniciativa que muy pronto venía a convertirse en realidad, al ser trasladado solemnemente el Santo Cáliz, el día de la Epifanía del Señor de 1916, con masiva asistencia de parroquias, autoridades y fieles, a la Sala Capitular Antigua, donde en la actualidad se halla.
El acierto de la nueva instalación quedó pronto de manifiesto ante el incremento en el culto que se produjo, hasta el extremo de que hubo necesidad de reglamentario, según acreditan documentos históricos.
Con fecha 28 de diciembre de 1917 son aprobados los Estatutos de la <<Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo Colegiado de la nobleza titulada valenciana», que reciben su confirmación, por el Excmo. Cabildo, en sesión del día 15 de febrero del siguiente año.
Tras el paréntesis de la contienda civil de los años 1936-39, devuelto el Santo Cáliz a su Capilla, prontamente se manifiesta un renovado fervor hacia la Sagrada Reliquia, por lo que el Cabildo, atento siempre a los movimientos piadosos de los fieles valencianos, y reconociendo la necesidad de proporcionarles el cauce necesario, aprueba en sesión del 15 de diciembre de 1939 las bases de un Reglamento para la constitución de una Cofradía del Santo Cáliz.
Recién nombrado Arzobispo de Valencia el doctor don Marcelino Olaechea, y piadosamente con quistado desde su llegada por el Santo Cáliz, lanzó se con entusiasmo a intensificar el fomento de la devoción al Sagrado Vaso, con la firme cooperación de autoridades, clero y fieles de la ciudad y diócesis.
paso importante en la consecución de tal objetivo lo daba en la sesión capitular extraordinaria del 16 de septiembre de 1948, presidida por el pro pio Arzobispo, en la que éste proponía su deseo de fomentar el conocimiento y culto del Santo Cáliz, al poner como carga de una canonjía, la de Celador del Culto del Santo Cáliz; propuesta aceptada inmediatamente por el Cabildo.
Cumplimentados los trámites de rigor, era adjudicada dicha canonjía al muy ilustre señor doctor don Benjamín Civera Miralles, quien el 14 de octubre de 1948 tomaba posesión de su cargo. En su acertada labor inicial puede anotarse:
- La restauración de los cultos tradicionales.
- La institución del ejercicio de los “Jueves del Santo Cáliz”, con una Misa por la mañana y una Hora Santa por la tarde, a fin de que todos los jue ves. día en que el Señor instituyera la Sagrada Eucaristía y consagrara su divina Sangre en este nuestro Cáliz, pudieran expresar los fieles su reconocimiento por tan inmenso beneficio y reiterar su agradecimiento por el honor otorgado a la Santa Iglesia Catedral Valentina al hacerla depositaria de tan excepcional Reliquia.
- El haber dado nuevo impulso a la Real Hermandad del Santo Cáliz.
- La fundación, como fruto sazonado de sus desvelos, de la “Cofradía del Santo Cáliz”, erigida canónicamente en la Catedral, con estatutos aprobados <<ad experimentum>> el 25 de marzo de 1952 y con carácter definitivo por parte del Prelado el 25 de noviembre de 1955.
- Finalmente, la promoción de peregrinaciones. visitas de parroquias, colegios y entidades, a fin de que los distintos estamentos de fieles puedan rendir el homenaje colectivo de su devoción a la Sagrada Reliquia.
El día 3 de marzo de 1957 es designado nuevo Celador del Santo Cáliz, el Prefecto de Sagradas Rúbricas, muy ilustre señor don Vicente Moreno Baria, quien no sólo ha continuado la tarea iniciada por su antecesor, sino que, fervoroso devoto del Sagrado Vaso, viene reiterando sus desvelos para lograr que el culto al Santo Grial adquiera la extensión e intensidad que merece, como Sacrosanta Reliquia en la que el mismo Jesús posara sus santas y venerables manos, y en la que consagrara su Sangre divina en ratificación del Nuevo y Eterno Testamento.
Fruto de esta su preocupación por acrecentar el fervoroso tributo de veneración a la Santa Reliquia, ha sido, recogiendo la concesión otorgada por el Motu Proprio de Pío XII <<Sacram Comnzunionem>>, de poder celebrar la Misa Vespertina, la propuesta que hiciera al Excmo. Cabildo de un cambio de cultos en los “Jueves del Santo Cáliz”, con la celebración de la Santa Misa por la tarde y, ante el Santísimo expuesto, el ejercicio propio de los jueves. Merecida la aprobación del Cabildo y la del Prelado, fue celebrada la primera Misa vespertina el día 25 de abril, por el señor Arzobispo, con asistencia del Cabildo y a intención de la Real Hermandad, que adopta para sí, a partir de 1958, el primer jueves de cada mes, quedando a cargo de la Cofradía el ofrecimiento de los restantes jueves, en cuya celebración cooperan también entidades, parroquias, otras cofradías y colegios.
Junto al ejercicio de los "Jueves del Santo Cáliz” figuran también como actos de piedad eucarística celebrados ante el Sagrado Vaso, la <<Hora Santa de Adoración diaria a Jesús Sacramentado>>, que se viene celebrando desde el 1 de enero de 1958; la celebración de los actos más íntimos y familiares, como bodas, bautizos, primeras comuniones, etc., para los que el pueblo valenciano escoge esta Capilla, y la visita casi ininterrumpida de fieles y visitantes, llegados a veces de los más alejados lugares, con el afán de ver y postrarse ante el Santo Cáliz de la Cena del Señor.
Haremos cita destacada de dos actos de extraordinaria y severa solemnidad que anualmente tienen lugar.
Es el primero, la celebración del <<Día del Santo Cáliz>>, cuya fecha ha quedado señalada actualmente para el día de Jueves Santo, y cuyo programa de actos, variable según se estime oportuno, viene a comprender, en síntesis: Hora Santa; Procesión y acto público en honor del Santo Cáliz; Vigilia de Oración ante la Venerada Reliquia ; Exposición del Santo Cáliz a los fieles, y turnos de vela por la Real Hermandad, Cofradía y devotos.
Es el segundo, la fiesta anual de la Cofradía que, por acuerdo del Excmo. Cabildo, tiene lugar el último jueves de octubre. Consiste en:
- Traslado procesional del Santo Cáliz desde su Capilla al Altar Mayor.
- Eucaristía concelebrada, presidida por el reverendísimo Prelado, con la asistencia del Cabildo, nutrida representación del Clero secular y regular, Cofradía y fieles.
para finalizar, que pues el Señor en sus altos designios dignóse conceder a Valencia, por en cima de otras naciones y pueblos, el singular privilegio de hacerla depositaria de tan maravilloso teso ro, justo es que, en reconocimiento a tan elevado favor. rinda su más fervoroso tributo de adoración y gratitud a tan estimada Reliquia, honrándola como se merece, pregonando su excelsitud, fomentando su culto y propagando su devoción, tanto en nuestro entorno como por el mundo entero, sin omitir dar el propio ejemplo de pertenecer al grupo de fieles adoradores del Santo Cáliz que militan en su Cofradía y asociarnos con nuestra presencia a cuantos actos hechos en su honor nos sea posible, llena la mente de fe y el corazón de amor.